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miércoles, 8 de febrero de 2012

Por fin soy yo


 “In the palm of your hand” (“En la palma de tu mano”). Alison Krauss.

Yo nací un nueve de febrero. Nací en mi casa. Por aquel entonces las mujeres más jóvenes ya daban a luz en maternidad, pero mi madre, que ya tenía cinco hijos y casi treinta y seis años, prefirió seguir haciéndolo en casa. Como no daba a luz con facilidad, una joven comadrona esperaba junto a ella, desde las primeras horas del día, leyendo tranquilamente una novela.

Conforme se acercaba la hora de salir mis hermanos del colegio —las doce y media— y regresar a casa, mi madre rogó y suplicó a la comadrona que me ayudara a nacer. Yo no tenía mucha prisa, pero no hubo más remedio que empujarme y nací a las doce del mediodía.

Cuando llegaron mis hermanos a casa se encontraron con la sorpresa, no sé si agradable, de que tenían otra hermana. Al salir la comadrona, uno de ellos exclamó: —¡Jo, qué cigüeña más grande…! (En aquellos años, a los niños y niñas nos traía la cigüeña.)

Después de cuatro varones, mi padre me recibió con lágrimas de emoción y gran júbilo que pronto se transformó en desesperación, pues me pasé el primer mes llorando sin parar.

Desde entonces hasta hoy han pasado cincuenta años. ¡Dios mío, me he hecho mayor casi sin darme cuenta!

Hace tiempo, recibí un correo electrónico que adjuntaba una presentación PowerPoint titulada “El sombrero rojo”. Trata de las edades de la mujer frente al espejo y de cómo nos enfrentamos a la vida en cada etapa. La reflexión final es que quizás debamos estar menos pendientes de la apariencia, disfrutar más de cada instante y compartir el tiempo con los que amamos.

«A los 2 años se mira en el espejo y se ve una reina.

A los 7 años se mira y se ve como Cenicienta o como la Bella Durmiente.

A los 14 años mira cómo se está haciendo mujer y se ve gorda, con puntitos negros y horrible... “No puedo salir con esta facha”.

A los 20 años se mira y se ve muy gorda, muy flaca, muy baja, muy alta, muy crespa, muy lacia... Pero decide salir de todas maneras.

A los 30 años se mira y se ve muy gorda, muy flaca, muy baja, muy alta, muy crespa, muy lacia... Pero decide que no tiene tiempo para solucionarlo y sale de todas formas.

A los 40 años se mira y se ve muy gorda, muy flaca, muy baja, muy alta, muy crespa, muy lacia... Pero dice “estoy viva” y sale de todos modos.

A los 50 años se mira y dice: “¡Por fin soy yo!”. Sale y va donde quiere.

A los 60 años se mira y se acuerda de todas las personas que ni siquiera se pueden ver más en el espejo... Sale y conquista el mundo.

A los 70 años se mira y ve sabiduría, alegría y habilidad... Sale y aprovecha la vida lo mejor que puede.

A los 80 ni se preocupa por mirarse al espejo. Simplemente se pone un sombrero rojo y sale al mundo a divertirse».

¿No os parece que deberíamos de ponernos el sombrero rojo mucho antes?

Para finalizar esta entrada, he adaptado una reflexión de Jesús Quintero en su programa “El loco soy yo”, en la que nos invita a vivir cada día como si fuera el último.

“Quiero vivir como si no tuviera nada que perder, como si cada día fuera el último, como si siempre estuviera a partir la nave que nunca ha de tornar. Quiero besar como si cada beso fuera el último, quiero gozar como si cada gozo fuera el último. La última copa de vino. La última noche de amor. El último paseo por las calles de Jaén. La última canción. Las últimas palabras…

Cuando a una le da igual perderlo todo, desaparecen las cadenas, las ataduras, los compromisos, la timidez, el miedo. Cuando una está dispuesta a perderlo todo, empieza a estar en condiciones de ganarlo todo. ¿Qué es todo? El valor, la sinceridad, la autenticidad, la claridad, la libertad... el camino, la verdad y la vida que decía Jesús.

Quiero vivir de acuerdo conmigo misma. De eso es de lo que se trata”.


3 comentarios

  1. Muchas felicidades!!!!!¿Cuando lo celebramos?
    un abrazo
    Jose

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  2. Felicidades , porque ayer cumpliste años!! Y yo también!! Curioso abrir tú blog y ver que el dia en que vinismos al mundo nos une.. un abrazo

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  3. Si como dices nada es casualidad sino CAUSALIDAD, leeré entre líneas, ya próxima como estoy a los cincuenta, y no esperaré mucho más para buscar ese sombrero rojo. Felicidades "desconocida", por tus 50 y por lo que expresas. Gracias.
    Cristina

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