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martes, 30 de noviembre de 2010

Salvar el planeta

George Carlin, cuenta con su ácido humor lo que opina sobre salvar el planeta.

Si el planeta ha estado bien por millones de años antes del hombre, lo estará mucho después de que hayamos desaparecido. Creer otra cosa es pura soberbia.

“Todo el mundo va a salvar algo ahora: salvar a los árboles, salvar a las abejas, salvar a las ballenas, salvar a esos caracoles, y la arrogancia mayor de todas: salvar al planeta. ¿Qué? ¿Esta jodida gente está tomándome el pelo? ¿Salvar al planeta? Si ni siquiera sabemos cuidar de nosotros mismos y no hemos aprendido a cuidar los unos de los otros ¿vamos a salvar al planeta?”.

En este monólogo expone su visión de los intentos actuales de salvar al planeta y, aunque no estoy de acuerdo con algunas de sus afirmaciones, si coincidimos en el fondo del asunto y me he reído bastante escuchándole.

Estas son sus tesis:

- La población está preocupada por todo: agua, tierra, aire, aditivos alimentarios...

- Intentar salvar a las especies en peligro de extinción es un acto de arrogancia e interferencia en el curso natural de la Naturaleza. El 90% de ellas han desaparecido y no por causa del hombre.

- Todo el mundo quiere salvar algo, desde ballenas a caracoles. La pretensión de salvar al planeta es ridícula cuando ni podemos salvarnos a nosotros mismos.

- Al planeta no le pasa nada y está bien en comparación con la gente, de hecho, lleva cuatro billones y medio de años sobreviviendo frente a los pocos miles del hombre.

- La Tierra ha sobrevivido a glaciaciones, terremotos, diluvios, cambios de eje, etc. y también lo hará al uso de plásticos y latas de aluminio.

- Los “ecologistas tienen pretensiones de superioridad moral” y en realidad se preocupan, simplemente, por sus plataformas de bicicletas y su propio hábitat.

- El planeta no se irá, la humanidad sí, y podrá sanarse a sí mismo mediante su sistema de auto-corrección e integrará nuestra contaminación como los plásticos.

Detrás de las irónicas críticas de Carlin seguramente hay una denuncia de la manipulación de la cruzada ecologista, de los intereses económicos del marketing verde y del intento de fustigar al ser humano por todas las desgracias cósmicas, pero, personalmente, en vez de la pasividad prefiero optar por la filosofía de que todos los esfuerzos merecen la pena y me quedo con el gran mensaje del final de este monólogo:

“Me preocuparé de las cosas pequeñas: abejas, árboles, ballenas, caracoles. Creo que somos parte de una sabiduría mayor que jamás comprenderemos, un Orden Superior, llámalo como quieras. ¿Sabes cómo lo llamo yo? EL GRAN ELECTRÓN. El Gran Electrón, no castiga, no premia, no juzga. Sólo es, y nosotros también durante un pequeño rato”.



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